No está mal de frikismo la cabecera, no...

jueves, 21 de febrero de 2008

Tres cositas más

En primer lugar, procedo a hacer la valoración del viaje a Galicia para var a Zumo Negro, comenzando de la siguiente manera: 3

Si, he ganado 3 kilos en un fin de semana, mi tracto digestivo está suplicando clemencia y que el entrenador exija tiempo muerto, y mis mandíbulas quieren pedir hora con el masajista. En efecto, han sido 3 días de excesos, entre ellos asistir al concierto de Zumo Negro en un ambiente "no hostil" donde nadie les ha prejuiciado por fruteros o cualquier imbecilidad de ese pelaje, y donde el respetable casi les obsequia, merecidamente, con las dos orejas y el rabo, gran concierto. En contra de la opinión de mi amigo y compañero de viaje Iñigo Fernandez (Opinión supongo que subscrita por el 174% de los guitarristas de este planeta), el técnico se lució, es decir, el sonido fue muy muy bueno, pese a las limitaciones de volumen del equipo de la sala, nadie es perfecto. Sobre el concierto, comentar dos cosas; Primera: Este grupo cada vez suena más compacto, ese era uno de los pocos peros que se le podía poner como banda, pero parece que va quedando atrás. Que no nos pase nada a los demás. Y Segunda: Destacar la memorable actuación de la señorita Sonia Segoviano. Eran de sobra conocidos sus principales defectos, a saber, hacer una perfecta salsa vizcaina para echarsela a unas salchicas Pavofrío, es decir, pasarse de "feeling" y terminar, de tal manera, matándolo, y, algo sorprendente para una profesional de las BBC´s, rilarse por la patilla (Percibo mucho miedo en tí, joven Skywalker). Pues bien, a tenor de lo visto en O Barco de Valdehorras, provincia de Ourense, todos estos "contras" han pasado a la historia como quien tira de la cadena del water, y es evidente que esta chica está cantando mejor que nunca, a un nivel interpretativo altísimo (Poca gente hace llorar a Cobelo en un concierto, quizás Chuck Norris...) y lo más importante, como decimos los pro´s de ese maravilloso juego que es el Kinito, Y SUBIENDO. Sólo falta que se quite de hacer chistes al estilo "ministro de agricultura y pesca" y deje de moverse como Pocoyó para pasar de "Cantante acojonante" a "La polla en vinagre" (Perdón por el lenguaje MetalHammeriano, no volverá a suceder, palabrita del niño Jesús)

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Más cositas. Para el españolito medio, deporte es sinónimo de Fútbol, deporte rey, practicado por hombres machos para entretenimiento de hombres machos. A lo sumo, puede asociar el concepto Deporte al ciclismo (Especialmente después de comer), tarea de titanes enfrentándose a la carretera "sólo" con la fuerza de sus piernas, ó, si es año bisiesto, y por tanto olímpico, con el atletísmo, ejercicio inventado por los antiguos griegos, hombres machos reconocidos mundialmente durante siglos ¿Alguien ha visto 300? Pues eso. Lo que no harán es asociar Deporte con Rugby, Waterpolo, Baloncesto (El mío, je je) y todos estos pasatiempos de mariquitas, deportes raros de esos que solo juegan los catalanes, que son todos unos afrancesados, coñó!

Tras meditarlo, he llegado a una conclusión: En el Rock a nivel de usuario pasa lo mismo. No quiero pecar de Nazi del Metal, ni nada parecido, pero creo que a la hora de opinar sobre música, y el Rock no es más que música, creo recordar, los músicos tenemos un criterio mucho más desarrollado que, por ejemplo, periodistas u oyentes, y por lo tanto pienso que estamos en un escalafón superior como "espécie" en el árbol genealógico Rockero. El Metal para el que lo trabaja. Bien, a nivel de usuario, decía. Pues eso, pasa lo mismo, los Sancho Panzas con chupa y greñas tienen un Olimpo de Dioses perfectamente delimitado y por mucho que un barril lleno de talento llamase a su puerta y se empotrara en su equipo Hi-fi, no iba a variar un ápice. Al menos esa es mi explicación para el éxito duradero e inmutable de los Rolling Stones entre la comunidad rockera. Ante todo debo decir que como buen Metalhead (Aquí lo llamamos ser Jebi) siempre he sido de los Beatles, los papás de casi todo, al igual que siempre he considerado a los Rolling (Me niego a decir "Los Stones") una panda de pijos de mierda. Y reitero, al no poder hayar una teoría conspiranóica de esas tan mías, culpando de todo a la JebiRock y a Teddy Bautista, ya que los putos Rolling y ese pedazo de grupo que eran los Beatles no son fenómenos recientes que digamos, me veo obligado a ver como razón de la sinrazón el paletismo del aficionado medio, permeable a lo que le echen mientras tenga el letrerito "Rock" bien a la vista. No Future, nenas, ya que tampoco hay pasado.

(Toma párrafo imparcial, je je)

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Última cosita, para ir acabando. La pasión. Concepto curioso, dependiendo del carisma relativo, sus usuarios pueden considerarse bien perseverantes, bien majaras. Y si, he dicho usuarios porque la pasión puede utilizarse. La pasión es lo que hace que un flipado de algo se convierta en una voz respetable en dicha materia, y lo se por propia experiencia, y más hablando de rock & roll. Todo esto viene a cuento del ataud donde fué enterrado el magnífico guitarrista Darrel Abbott, más conocido como Dimebag Darrel. El amigo Darrel, uno de los guitarristas más influyentes y dotados de la década de los 90, fué asesinado un 8 de Diciembre de 2004, exactamente 24 años después que otro genio como fue John Lennon. Y siempre dejó claro que quería ser enterrado en un ataúd de esos que vende ese catálogo de Venca para Jebis en que se han convertido los Kiss. La mayoría de la gente ve en ese hecho una frikez máxima y una excentricidad propia de un millonario con la barba teñida de rojo, pero yo veo todo lo contrario. Los que conocemos la obra de Darrel Abbott (Seguro que en casa, su hermano, el maravilloso Vinnie Paul Abbott, no le llamaba "Dimebag") sabemos que el hecho de escoger ese ataúd responde a una sola razón: A Darrel Abbott le encantaba la música de los Kiss y tenía dinero para comprarse ese ataúd. Así de simple, sin más. De esto podemos sacar una conclusión muy clara. El señor Abbot era una persona que disfrutaba tocando con su hermano, era feliz charlando con otros músicos sobre cosas de músicos, estaba encantado con que le fabricaran para el una guitarra con cuatro pinchos y truenos dibujados, y se permitió la gracia de ser enterrado en un ataúd de su banda favorita. En definitiva, Darrel Abbot era una de esas afortunadísimas personas que pueden contarse con los dedos de la mano que consiguió vivir de su vocación por vivirla con auténtica pasión, y por eso pudo permitirse el lujo de ser un niño grande hasta el día de su muerte. Si obviamos el balazo, me produce auténtica envidia.

1 comentario:

Marino dijo...

Cobelo dixit!

Tio, cada vez estoy mas seguro de ke hace falta fundar una religion con tu nombre... xD

Ahm! Y gracias por poner a mis grupos en tus links ;)