No está mal de frikismo la cabecera, no...

lunes, 3 de diciembre de 2007

Triste aniversario.

Descane en paz.

Esta semana se cumple un año de la muerte de Alberto Madrid, baterista de Sôber y Savia entre otros. Alberto Madrid era uno de esos grandes músicos con una trayectoria positivamente arquetípica. Procedo a explicar, de manera esquemática las fases, a nivel estatal, de esa trayectoria:

Primera fase; Que te meto!!!: Se rondan los 14 o 15 años, las espinillas brotan como,.. estoooo, comoooo... , bueno, todos sabemos de donde salen las espinillas, y una mezcla de factores como son el afán de protagonismo adolescente, el gregarismo y la necesidad de asociarse en grupos, y, por encima de todos, la voluntad de llamar la atención de la gente de diferente sexo al propio, hacen que muchos jovenzuelos sientan la llamada del Rock y formen grupúsculos donde las funciones instrumentísticas de cada miembro se escogen de manera cuasialeatoria.

Segunda fase; Ya no hay salida: Tras una temporadita haciendo lo que buenamente se puede, los jovenzuelos descubren que no están llamando la atención de nadie, que la convivencia, cuando se trata de llegar a unos objetivos prefijados, no es cosa de niños. Y se sigue sin provocar la admiración y el deseo de las chicas de la clase (Más bien al contrario). En este momento muchos, los más listos, deciden que es mejor dedicar el tiempo de ocio a otra cosa. Pero para los desgraciados picados por el gusanillo de la música este es el punto de no retorno.

Tercera fase; Tintorro, Ducados y TDK de 90: Ese instrumento que, y aún no sabes como, conseguiste que te regalaran por navidades, no vale, hace falta equipo. Son meses (o años) de vacas flacas, de escatimar en lo más nimio, y aceptar trabajos lamentables con tal de juntar unos duretes. Es un momento clave, ya que el interés por las características técnicas de los instrumentos (Que se recitaban como la alineación del Athletic del 82) hace despertar el interés, mucho más importante, por aprender a hacer sonar esos aparatos. Pero es algo que todavía está latente, hay tiempo para todo, y a nadie se le puede negar el derecho a "flipar en colores" cuando tiene edad para ello.

Cuarta fase; Hay que estudiar: Lo dicho, llega un día en el que, sin saber porqué, te despiertas y no te apetece imitar a tus ídolos. Suele coincidir con la incorporación al mercado laboral "de verdad", no los trabajos basura antes mencionados, lo cual aporta a la persona unas dosis de madurez que hacen que, por fin, nos demos cuenta de la innecesidad de tener héroes. Se puede admirar, respetar y tomar a alguien como referencia, pero la época de los posters y tirarse al barro a por una pùa del gran Fulanito de Tal pasó.
Y, por curioso que parezca, sentimos la necesidad de aprender, nuestro yo instrumentista necesita fagocitar toda la información posible para ser un mejor interprete. Las horas en el local vuelan, y surge el "Efecto Coño" ("Coño, como has mejorado desde que no te veía"). A algunos se les sube a la cabeza, a otros no, pero tanto unos como otros sienten la necesidad de mostrar lo que saben. No es grave, hay que quemar etapas y esta es una de ellas.

Quinta fase; ¡1,2,3... Equipo!: Hacer ejercicios cansa, hay que tocar con gente, y desarrollar una personalidad propia. Se puede considerar que esto es, en verdad, el primer contacto del sujeto con la música como arte y no como una suma de ejercicios. Puede que el resultado sea una mierda o una genialidad, pero es un verdadero shock iniciático que abre nuevas puertas.

Sexta fase; X: En este momento puede pasar de todo. El músico puede optar por seguir tocando como hobbie haciendo conciertos y bolos por amor al arte, lanzarse al mundo profesional y prepararse para tocar Sonia y Selena durante muuuucho tiempo, o directamente vender el equipo y a otra cosa mariposa.

O puede lanzarse al mundo profesional después de estudiar como un bellaco, y tener suerte, acabando, en vez de en la Orquesta Sensaciones de gira por la provincia de Avila, entrando al estudio para grabar el Morfología de Sôber.

El resto es historia, la de Alberto Madrid, y por desgracia acaba mal, cadáver, después de ser embestido por un coche.

Como decían los Def Con Dos, odio a los mártires del Rock, pero además de verdad, por eso cuando alguien relevante del gremio muere, y además considero que merece mi respeto, gente como Eric Carr, Cliff Burton, Ritchie Valens, Randy Castillo o el propio Alberto Madrid, por citar unos pocos, pues me duele más y lo siento en el alma.

En fin, descanse en paz, era uno de los nuestros.

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